ANSIEDAD POR SEPARACIÓN EN PERROS Y SOCIALIZACIÓN

La ansiedad por separación es un estado de estrés que desarrollan con frecuencia algunos perros cuando no saben gestionar adecuadamente una situación de soledad y separación. Lo más habitual es que este problema se de en cachorros y perros abandonados o procedentes de protectoras cuando nos vamos de casa, ya sea durante cortos periodos de tiempo o por ejemplo, tras unas vacaciones, donde hemos estado muy unidos a nuestra mascota y de pronto volvemos a la rutina. Se puede decir que la ansiedad se refiere a un estado emocional negativo caracterizado por la anticipación de una amenaza para el animal. Es por ello, que algunos perros padecen este problema incluso mucho antes de que su propietario abandone el hogar.

El verdadero problema de la ansiedad en perros es que afecta de forma muy negativa al bienestar del animal y al vínculo afectivo con sus propietarios, representando en nuestro país en torno al 15% de los problemas conductuales que atendemos los veterinarios y entre el 20 % y el 40% de los casos tratados por especialistas del comportamiento canino.

Realmente, no se trata de una obsesión, sino de un vínculo de apego y una incapacidad de crear un equilibrio estando solos. Los perros son animales sociales que necesitan sentirse parte de un grupo para estar seguros. Para ellos, su dueño actúa como un referente que les proporciona seguridad. Por ello, cuando el dueño no está, y el perro no es capaz de sobrellevar esta situación, aparece el estrés, el miedo, la frustración y la ansiedad, haciendo que entre en un estado de alerta y desarrolle una serie de síntomas y comportamientos indeseados.

Los principales síntomas que pueden alertarnos de que nuestro amigo está sufriendo ansiedad por separación son:

  • Ladridos y/o aullidos constantes
  • Orinar y defecar dentro de casa
  • Dejar de comer y beber
  • Comportamientos destructivos: morder o arañar muebles, cortinas, puertas…
  • Ignorar los juguetes
  • Autolesionarse por lamidos excesivos
  • Apatía, vómitos, diarreas…

¿Cómo podemos sobrellevar esta situación?

Antes de nada, debemos saber que se trata de un problema que puede dificultar la convivencia y resultar especialmente molesto. Conseguir que nuestro perro esté tranquilo en nuestra ausencia requiere de tiempo y dedicación y por lo tanto debemos ser constantes y pacientes durante todo el proceso.

Por duro que resulte, si queremos conseguir nuestro objetivo, lo más importante es no prestar atención a nuestro perro cuando nos vayamos de casa ni cuando volvamos de nuevo. Esto significa que no debemos despedirnos ni saludarle cuando regresemos hasta que se muestre totalmente relajado y tranquilo. Asimismo, nunca debemos volver a entrar en caso de que empiece a ladrar o llorar. Si lo hacemos, estaremos reforzando su conducta, pues realmente habrá conseguido “lo que quería”. A veces, puede resultar útil dejar una luz encendida que permitirá al animal sentirse “más en casa”. Realizar ejercicio de forma constante puede ayudar a mantenerle “más cansado”.

La utilización de feromonas en cualquiera de sus presentaciones (spray, collar, enchufe, comprimidos) también puede ayudar en algunos casos a que el animal esté más tranquilo, además de no presentar ningún efecto secundario. A su vez, existen tranquilizantes naturales cuya administración previa a la situación estresante permite calmar al animal.

 

En ocasiones, puede ser que nuestra mascota necesite ayuda de un profesional del comportamiento o etólogo, quién a su vez considerará si es necesario el uso de ciertos fármacos como las benzodiacepinas.

¿Qué es la socialización?

Igualmente importante para el perro es el proceso de socialización, es decir, el proceso por el cual aprende a relacionarse con otros perros y con los humanos. Aunque la socialización dura toda la vida, realmente el periodo crítico transcurre desde el nacimiento hasta el tercer mes de vida, bien si puede haber diferencias entre individuos. Una correcta socialización permitirá que el animal reaccione adecuadamente, es decir, sin miedo ni agresión, frente a diferentes ambientes, personas, perros y otros animales.

La socialización de un perro debe ser progresiva y positiva. Nunca debemos obligarle a exponerse a algo que le da miedo de golpe porque eso solo le causará malestar y ansiedad y, queremos justo lo contrario. Esto lo conseguiremos desensibilizándolos lentamente, es decir, exponiéndoles al miedo de forma muy gradual, muy poco a poco, y avanzando siempre a su ritmo.

Durante el proceso de socialización emplearemos lo que se conoce como “refuerzo positivo”, es decir, premiaremos aquellas situaciones donde se muestre receptivo (ya sea con golosinas o con una simple caricia o palabra amable), tratando de evitar siempre encuentros que puedan generar malestar y nerviosismo.

Clínica Veterinaria Madrid Suanzes.